De la teoría a la práctica

Por Jessica Godoy

Entrevista a Fernando Vera, Founder & CEO REDIIE

 No basta sólo con aprender teoría en algún curso. Necesitamos experimentar lo que aprendemos, de manera experiencial. Fernando Vera

Fernando, aparte de ser el autor latinoamericano más citado en materia de competencias blandas o soft skills y fundar tu propia red internacional de investigadores en educación, estás cursando tu segundo doctorado, esta vez, con mención internacional, que te exige realizar estancias investigativas en universidades fuera de tu país, ¿cómo lo haces?

Muy simple. Me muevo, como pez en el agua, en el campo de las Ciencias de la Educación y, como tal, procuro articular todo lo que me motiva o llame la atención, desde una perspectiva sistémica, en ese campo. Además, me considero un ciudadano global, lo que me ha permitido construir redes que me han facilitado la movilidad internacional. Por tanto, si visualizo temas de corriente principal de mi campo disciplinar o de otros campos. que impacten en la formación transformadora para el siglo XXI, busco formas de integrar estos nuevos temas, de manera transversal, en mi praxis. De hecho, ya estoy explorando como transversalizar el Sustainability- as-flourishing, que aprendí de una colega aquí en Universidad EAFIT, Colombia, donde he visto importantes esfuerzos por impulsar la transformación de la educación superior, desde enfoques más holísticos, centrados en la persona. Por lo mismo, no estoy de acuerdo con los tradicionales silos funcionales o cursos específicos para desarrollar nuevas competencias transversales, ni menos con los enfoques fragmentarios de la realidad, pues creo que los enormes desafíos que actualmente estamos enfrentando como sociedad, requieren de una aproximación mucho más sistémica. Idealmente, debiéramos aprender a trabajar en red, de manera ubicua y apalancar metodologías activas, tales como, aprendizaje basado en proyectos, aprendizaje basado en retos y juegos serios, pero, con énfasis en enfoques inter, multi y/o transdisciplinares.

¿Qué te ha permitido tener esa mirada sistémica de la educación?

Afortunadamente, he tenido la oportunidad de experimentar, de manera inmersiva, la realidad educativa de países que lideran el cambio transformacional en la educación superior. No basta sólo con aprender teoría en algún curso. Necesitamos experimentar lo que aprendemos, de manera experiencial y reflexiva. Como sabemos, la práctica hace al maestro. Creo que allí está la clave. Por lo mismo, más que aplicar, trato de practicar todo lo que aprendo, de manera innovadora. Incluso, a veces, disruptiva. Pero, cercana. Es decir, le doy mi propio sello y valor agregado a todo lo que emprendo. Con todo, creo que trasmito esta pasión a mis estudiantes y a quienes me siguen. Por ejemplo, puedo estar realizando un curso de metodología de la investigación, pero, éste no será el curso tradicional que conocemos, pues yo lo veo como desarrollo de competencias investigativas. Por tanto, también aprovecho de infundir otras competencias transversales, que estoy seguro empoderarán a mis estudiantes y los convertirán en aprendices permanentes y profundos. En realidad, hoy en la educación superior todo gira en torno a las competencias. Ya los cursos especiales para desarrollar ciertos temas de interés común están quedando definitivamente atrás. Así, lo he podido verificar aquí con el nuevo modelo educativo basado en competencias de EAFIT y de otras tantas universidades colombianas. Observo la misma tendencia en Europa. De hecho, en España las competencias transversales están decretadas y deben integrarse, de manera transversal. También estuve revisando el nuevo modelo educativo del Tecnológico de Monterrey y del Tecnológico Nacional de México. Esto, a propósito de mi siguiente estancia en México, en dos tecnológicos nacionales. La evidencia es robusta: Todos los nuevos modelos educativos apuntan hacia un currículo por competencias. Sin embargo, en algunos casos en Chile, aún veo cursos específicos para abordar ciertos temas transversales. Craso error.

En ese mismo contexto de competencias, ¿a qué te refieres con aplicar y practicar?

Agradezco tu pregunta. Desde un enfoque por competencias. hay una enorme diferencia entre ambas estrategias. Mientras aplicar es una actividad meramente convergente, que nos permite demostrar nuestra capacidad para aprender a hacer, practicar implica necesariamente una actividad divergente, que nos permite movilizar toda nuestras capacidades, en su conjunto, aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir el mundo y aprender a ser. Es decir, cuando practicamos, ponemos en movimiento no sólo nuestros conocimientos técnicos, sino también nuestros atributos diferenciales, tales como, pensamiento crítico, creatividad e innovación, entre otros. Pero, para lograr empoderarnos de nuevas competencias, necesitamos mayor autonomía y no tanto pauteo. Sí, mucho acompañamiento o coaching. Por ejemplo, en algunas Instituciones de Educación Superior Chilenas se acostumbra a pautear a estudiantes y colaboradores. A mi juicio, esta práctica no facilita el desarrollo integral o floreciente de las personas. Por el contrario, en otros territorios, como aquí en Colombia, me he sentido con plena autonomía para crear, innovar y comunicar. Tal vez, esto tiene que ver con que uno es extranjero y, como tal, parece que tuviésemos mayor tribuna afuera que en nuestra propia tierra. El refrán popular «Nadie es profeta en su tierra», me hace mucho sentido.

Como sea, suelo diferenciar entre aplicación y práctica y entre una Comunidad de aprendizaje, donde todos aprendemos de todos, sin un objetivo en común y una Comunidad de práctica, donde a todos nos mueve un objetivo en común y aprendemos de quienes más saben sobre un determinado tema o práctica. Lamentablemente, algunos de mis compatriotas no ven esa diferencia y nos pautean o nos recuerdan la misión institucional, cuando, en realidad, lo que nos adhiere o no a alguna organización es su visión. Llamo a esto “visión compartida” y, en algunos casos, “coherencia constructiva”. Por lo mismo, adscribo al enfoque de aprendizaje experiencial, liderazgo transformacional y organizaciones inteligentes o que aprenden, pues creo que son clave en procesos de transformación curricular y micro-implementación de nuevas competencias para el siglo XXI.

Veo que te apasiona la educación y que te motiva el tema comunicacional. Al respecto, ¿cómo has resuelto el tema lingüístico en los lugares en los cuales has tenido la oportunidad de vivir?

Tienes razón. Soy un apasionado de la educación, pero, no de cualquier educación, sino de la educación transformadora. También me considero un observador crítico de la realidad. Pero, propositivo. Respecto del fondo de tu pregunta, en mi praxis, suelo hacer una diferencia entre lenguaje cotidiano o vulgar y lenguaje científico. Además, recuerda que soy bilingüe en inglés. Así es que no me cuesta cambiar de switch rápidamente. Como lo veo, son estos aspectos diferenciales los que me permiten comunicarme, de manera pragmática, en diversos contextos y situaciones. Por ejemplo, pongo mucha atención cuando me encuentro en una cultura, que aunque sus hablantes usen mi misma lengua materna, también manejan sus propios giros locales, que, como sabemos, sólo se aprenden viviendo, de manera inmersiva, en ese contexto específico. Sin ir muy lejos, aquí he aprendido a usar “listo” como comodín para varias situaciones comunicativas y pido “un tinto” cuando estoy en un café. Estos nuevos giros no los podemos aprender en un libro de texto. Por su parte, el lenguaje científico es un terreno totalmente distinto y se aprende, principalmente, de la lectura de artículos científicos y de la interacción con pares. Es más, es un lenguaje que está consensuado o estandarizado en los tesauros científicos. Esto lo he aprendido en la práctica con mis pares evaluadores de revistas indexadas. Por ello, donde puedo relevo este tema. Como ves, soy muy sensible a ambos tipos de lenguaje, pero, en materia de lenguaje científico, no transo. Aquí soy muy riguroso.

¿Te refieres a que el lenguaje científico, a diferencia del lenguaje cotidiano, es más universal y riguroso?

Así es. En realidad, es derechamente universal y riguroso, pues nada se connota. Todo se denota, según ciertas normas, jergas y protocolos. Para que lo entiendas. Cuando los académicos nos dedicamos a la ciencia, necesitamos utilizar un lenguaje mucho más preciso, coherente y estandarizado, que represente el patrón lingüístico de una comunidad académica determinada. Como sabes, las ciencias a menudo introducen palabras técnicas, con significados específicos, que pueden tener un uso totalmente diferente en el lenguaje cotidiano o incluso connotar algo totalmente distinto. Por ello, para asegurarnos de conllevar el significado acordado por la comunidad científica global, debemos verificar algunos conceptos, en algún tesauro científico, previo a su uso. Específicamente, me refiero a los descriptores o palabras clave que las revistas indexadas nos exigen revisar, cuando postulamos algún artículo a doble revisión por pares ciegos.

Es algo complejo de entender, ¿podrías darme algunos ejemplos prácticos?

Sí, claro. Tengo varios ejemplos. A modo ilustrativo, te compartiré dos. En primer lugar, el concepto “infusión”, que yo suelo utilizar en mis artículos sobre competencias blandas o genéricas y, por cierto, en mi praxis, no aparece en el Tesauro UNESCO ni en el Tesauro Eric, que son los tesauros que utilizamos los investigadores en Ciencias de la Educación, cuando publicamos. Por tanto, no puedo usarlo como descriptor o palabra clave, pues mi artículo podría ser rechazado por temas de forma. Pero, se trata de un concepto ampliamente utilizado por colegas que están trabajando el tema de las competencias genéricas o que me han citado en sus trabajos. Esto lo he podido verificar en mis analíticas de Google Scholar, ResearchGate y Academia.edu. En todo caso, estratégicamente, yo uso un término que denote lo mismo para así pasar la primera revisión de los editores. Otro término que no aparece en el Tesauro UNESCO ni tampoco en el Tesauro UNBIS de las Naciones Unidas es el concepto “sustentabilidad” y sus derivados, “desarrollo sustentable”, “economía sustentable”, etc. Por lo mismo, cuando abordo la sostenibilización curricular, prefiero utilizar conceptos, tales como, «sostenibilidad» y sus derivados, «desarrollo sostenible», «educación para el desarrollo sostenible», etc. Sin embargo, algunos colegas en Chile fuerzan el uso de «desarrollo sustentable», el cual, lamentablemente, no está reconocido en los principales tesauros de los campos de la educación, cultura, ciencias naturales, ciencias sociales y humanas, ni en los tesauros de comunicación e información. Además, recordemos que hoy en día existe un amplio consenso en torno al reconocimiento de que el conocimiento científico depende inextricablemente del lenguaje y que el lenguaje es fundamental para nuestra capacidad de pensar científicamente.

Entonces, el lenguaje se convierte en un elemento clave en la enseñanza de las ciencias y en la divulgación del conocimiento. En realidad, es una herramienta que nos permite comprender el mundo natural, expresar nuestras ideas sobre él y desarrollar el conocimiento científico, que es universal. Bueno, los ejemplos que te he dado puedes verificarlos por ti misma en los tesauros que te he compartido. Obviamente, todo esto que te cuento son factores críticos de éxito en procesos de internacionalización y modernización de propuestas formativas de la educación superior de pleno siglo XXI, que, por lo demás, constituyen el tema central de mi segunda tesis doctoral.

Nota:

  • Entrevista realizada por Jessica Godoy, joven periodista colombiana, free-lancer, quién está transitando del periodismo tradicional al periodismo sostenible – un tipo de periodismo relacionado con el desarrollo sostenible.
  • Fernando Vera, PhD es Doctor en Ciencias de la Educación, con alta formación de postgrado.  Es Fundador y CEO de REDIIE (Chile). Actualmente, se encuentra realizando un estudio comparativo sobre competencias genéricas en la Educación Superior, a nivel iberoamericano. Este estudio se enmarca dentro de su segundo desafío doctoral, con mención internacional, en el Programa “La Globalización a Examen: Retos y Respuestas Interdisciplinares” por la Universidad del País Vasco (UPV-EHU), España.
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